jueves, 23 de octubre de 2008

Hace mucho que no escribo...

... y no ha sido por falta de ganas; es que estuve un poquitito ocupada con temas varios: viajes, vacaciones, más viajes, visita de mis suegros, viaje a Buenos Aires para festejar mi cumpleaños... en fin.... demasiadas cosas.
No obstante, comenzaré dentro de muy poco a poner en blanco y negro algunos de esos momentos que he vivido en los últimos 4 meses.
Hasta la próxima...

domingo, 6 de abril de 2008

Ozio à Paris

Ozio es un restaurant parisino, ubicado en el 29bis de la Rue Saint Didier, muy cerca de la Place Victor Hugo y de Trocadéro, en el XVI Arrondisement.
Deríamos decir que es un restaurant típicamente italiano en el corazón del barrio que "j´adore", ya que ése era "mi barrio". Es más, mi piso estaba enfrente de este restaurant, en el 48 de Saint Didier!!
Los platos que ofrecen son básicamente pastas y pizza.
Bien elaborados, los platos de pasta son abundantes. Las pizzas son riquísimas -en la medida que te gusten las pizzas de masa bien fina y crocante, puesto que si te gusta la masa tipo pan, tendrás que optar por otra pizzería, del estilo de Pizza Pino (Champs Elysées, esquina Rue de Marignan, en el 8º).
Debo mencionar que este restaurant era uno de nuestros habituales ya que admiten pequeños y "bébés" con poussette incluida! esto sí que es extraño en Paris ya que muchos no permiten el ingreso de los coches de bebés a sus salones.
Tienen muy buena atención y los dueños son muy simpáticos. Ambiente bullicioso, mesas de gente joven, gente mayor, en fin... perfecto para argentinos con hijos bulliciosos!!
Los precios son los normales de Paris para un restaurant de categoría "normal". Rondan los 30-40 euros por persona, es decir: "pas cher".
Bueno, ya saben: si quieren comer pizza y pastas ricas y "barato para ser Paris", dénse una vuelta por Ozio y no se van a arrepentir.
Ahh!! me olvidaba: abrieron dos Ozio más, uno en el 6 avenue Bugeaud y el otro en el 14, rue Saint Ferdinand.
À bientôt!!

lunes, 24 de marzo de 2008

Almuerzo en Zuberoa, de Hilario Arbelaitz

El pasado viernes 21 de marzo tuve junto con mi familia el placer de comer en Zuberoa, restaurante que cuenta con tres estrellas Michelin en el País Vasco.
Mi padre siempre decía que la vida no es vida si no se puede disfrutar de una buena comida y un buen vino. Pues eso es lo que hicimos: disfrutar. Fue impecable tanto la atención como la comida. Todo estaba perfectamente medido y estudiado. La combinación de sabores de los platos era maravillosa. Una verdadera experiencia. Me alegró el alma comer en Zuberoa.
Apenas nos ubicamos en la mesa, nos trajeron el aperitivo de la casa: crema de txangurro (buey de mar) con espuma de finas hierbas. Qué puedo decir?? que hasta mi hijo de 5 años lo comió sin dejar ni una traza sobre el plato!!

Primeros platos:
- vieiras asadas, lentejas, soja y aroma de jamón ibérico: plato inmaculado; la suavidad de la vieira asada impecablemente... la guarnición exquisita (si te gustan las lentejas, obvio)... la presentación impecable, todo ello hizo de este plato algo fantástico.
- ensalada de bogavante a la vinagreta de trufas: la carne del bogavante y el mesclum que la acompañaba estaban tan bien sincronizados que era imposible no querer más!!
- para el peque, nos ofrecieron unas croquetas. Mi suegro las probó y dijo que eran exquisitas. Obvio, después de que el abuelo le "robara" una, Santiago no permitió a nadie otra incursión por su plato!!


Segundos platos:
- bacalao confitado con fondo gelatinoso de sus pieles, cacao y curry.
- lubina asada, setas y salsa de erizos de mar.
- rape asado envuelto en tocino ibérico, crema de calabaza y naranja y aceite de aceitunas negras

Qué puedo decir de estos segundos? impecable ejecución y sabores. Probé la lubina de mi marido y era absolutamente exquisita. Mi bacalao estaba maravilloso, pero debo reconocer que la lubina estaba aún mejor. No llegué a probar el rape, plato que pidieron mis suegros (un rape cada uno, por supuesto! acá no se puede compartir nada!!) y ambos coincidieron en que era de una suavidad y un sabor impecables.

La carta de vinos es tan extensa que mi marido no sabía qué pedir. Por ende, la maître le recomendó un Tobelos de Rioja. Un vino tinto excelente que combinaba de maravillas con los platos que habíamos pedido, tal como dijo mi marido.

Postres: aquí sí que no sabía qué pedir. Todo parecía excelente. Mi marido se decidió por una tarta de queso que ofrecen fuera de la carta. Era espectacular! y puedo dar fé porque la probé (no una sino dos veces!!). Le pregunté a la camarera cuáles eran los quesos que habían utilizado y me confió el dato: queso roquefort y de burgos. La masa, era una pâte sablée muy bien lograda: consistente y a su vez friable.
Yo tomé la crema de calabaza con el financier chocolat y el helado de yogur y queso: inmaculada presentación, perfecta combinación de colores y sabores (vean la foto)!
Mis suegros probaron el pastel de almendra caliente y helado de limón y la tarteleta de chocolate caliente con helado de vainilla Tahití. Los dos dijeron que estaban exquisitos.
Qué puede pedir un chef? que los platos vuelvan vacíos a la cocina. Eso indica que su comida ha gustado, y todos los platos que pedimos volvieron "limpios"!

Salimos de ahí con la sensación de haber pasado un par de horas maravillosas. Para mí ha sido un momento que no podré olvidar. Los sabores se fijan en la memoria al igual que los aromas. Comer es despertar el abanico de todos los sentidos y cada uno de ellos fue puesto en funcionamiento ni bien entramos al restaurante.

Se preguntarán si es caro... pues, tiene precios altos pero da gusto pagarlo. El precio del plato es el reconocimiento al trabajo que hay detrás de él. Las técnicas de elaboración, el desarrollo del plato, las horas invertidas por el chef para su diseño y las materias primas de excelente calidad bien lo valen.

En mi opinión, comer en este tipo de restaurantes es un placer que hay que darse de vez en cuando para mimarse, para contentar el cuerpo y el espíritu.
Corolario: un placer infinito. Cuando visiten San Sebastián, no dejen de comer en Zuberoa.

martes, 11 de marzo de 2008

El Corral de Joaquina

El 23 de febrero a mi marido no se le ocurrió mejor idea que salir de paseo por los alrededores de Madrid.
Venía con la idea de ir a Pedraza, un pueblito medieval por algún lugar en Segovia, que le había sido recomendado por un compañero de trabajo. Queda al noreste de Madrid, yendo por la A-1, dirección Burgos, salida 99; de ahí serán unos 20 km. hasta Pedraza.

Resultó ser un pueblito amurallado de los siglos XIV-XV. Para entrar a él hay que traspasar una puerta de madera enorme, es decir, la puerta de entrada a la ciudad. Tiene su castillo, su cárcel, la Iglesia, un convento cuyo nombre no recuerdo y negocios absolutamente encantadores. Calles de adoquines y nidos de cigüeña!!!! Hacía tanto tiempo que no veía uno, que me retrotrajo a mi infancia en un pis pas!!!
Cuando llegamos a la puerta del castillo, mi hijo Santiago lo asoció inmediatamente al castillo de Shrek. No se dan una idea de su desilusión al darnos cuenta de que estaba cerrado.

Bueno, cambiando un poco de tema, debo contar que comimos en Pedraza en un bar restaurant llamado "El Corral de Joaquina". Comida castellana, un lugar sencillo pero bien puesto, muy cómodos tanto su salón comedor como la zona de bar reservada para tapear.
Comimos unos pimientos rojos asados exquisitos, una morcilla muy muy buena y un cordero al horno de leña que estaba fenomenal. Hay que ir antes de las 13.30, porque después se llena. Cuando entramos tipo 13 hs., ya había muchas mesas reservadas. La atención fue muy buena, y los camareros nos guiaron por el menú, ya que tienen muchos platos para compartir.

Cuando estén visitando Pedraza de la Sierra, a comer en El Corral de Joaquina, Calle Iscar 3. Telef. 921 50 98 19.

sábado, 1 de marzo de 2008

Miño - Bar y restaurante gallego

Si quieren comer una tabla de pulpo a feira, abundante como pocas y muy bien hecho, hay que ir a Miño. Es un bar restaurant de barrio, ubicado en el 31 la calle Santa Virgilia, muy cerca del Carrefour de Hortaleza, Madrid.

También están buenos los platos de pescadito frito, chipirones y rabas.

La tortilla Miño es gigante, como para 5 o 6 personas, servida con pimientos verdes fritos, tomate y cebolla. El precio de la tabla de pulpo no es económico pero se puede compartir entre 4, como mínimo! Es más, les puedo asegurar que siendo 4 adultos, de buen comer, con un pulpo y una tortilla Miño están más que hechos.
En resumen: los precios son acomodados, con ambiente familiar y bullicioso, sin estridencias, no le ponen problema a tener varios niños en las mesas; es sencillo y con una simpática atención; así que, a comer pulpo a Miño!

Paseo por Chinchón en abril de 2007

Chinchón es un pueblo encantador. Lindísima su plaza, con mercado artesanal incluido los fines de semana. El paseo en burro por la plaza fue el preferido de Santiago, nuestro pequeño de 4 años para ese momento.
Cuando lo visitamos el año pasado en dos oportunidades, no solamente compramos el típico anís, sino que también almorzamos.
Elegimos, de entre todos, uno que está ubicado en el Nº 10 de la plaza y se llama, Plaza Mayor!!
Tiene típica comida castellana, destacándose su cochinillo al horno al igual que el cordero. Probé unas entradas deliciosas y ni que hablar del cochinillo. Estaba perfectamente cocido, en su jugo, al horno de leña.
De postre tomamos una leche frita flambeada con el típico anís, la cual estaba excelente.
La atención fue muy buena y dedicada.
En resumen: una linda experiencia de mini turismo, que esperamos volver a repetir muy pronto.

domingo, 17 de febrero de 2008

Cena en Pierre Gagnaire - Rue Balzac 6, Paris

En junio de 2007, tuve la suerte de conocer el restaurant de Pierre Gagnaire de la Rue Balzac de Paris.
Fue una experiencia sublime. Algo magistral. Desde el primer bocado hasta el último.
Ya los amuse-bouche marcaron la tendencia de lo que iba a presentar el Chef. Algo verdaderamente delicioso. El menú fue "in-crescendo"... todo estaba pensado y medido hasta en su mínima expresión.
Su versión del plato de queso fue algo impresionante: una visión única, con un "croque-monsieur noire" increíble!
Los tres postres que presentó eran magia dulce transformada en manjar.
La atención impecable, desde el sommelier hasta el último de los mozos. Las copas en las que sirvieron champagne, la vajilla, la mantelería... todo soñado.
Su restaurant de Tokio acaba de recibir su segunda estrella Michelin.
No cabe decir más.
Cuando estén "à Paris", visitar Gagnaire Rue Balzac, es un "must".

Almuerzo en barrio La Latina

Hoy al mediodía fui con mi familia a comer a un restaurante gallego del barrio de La Latina, muy próximo al Mercado de la Cebada. Nos lo habían recomendado y como soy curiosa, propongo siempre incursionar por lugares nuevos.
Cuenta con una carta amplia y comida realmente muy buena: un pulpo a la gallega muy acertado, unos chipirones a la plancha exquisitos, bien logrados, en su punto justo. Demás está decir que el bacalao confitado con mermelada de tomates que comí era una maravilla. La atención, sin estridencias pero adecuada.
Al ver la carta de los postres, opté por un "pastel" de queso Idiazabal con membrillo. Ante mi pregunta sobre qué versaba el postre, obtuve por respuesta del mozo un: "es parecido a ése" mientras señalaba al postre que terminaba de servir en una mesa vecina.
Mi decepción fue enorme. No solo no era un pastel sino que parecía una mousse que además no sabía a nada, y el membrillo era una "reducción" estilo jalea cuyo sabor distaba bastante del membrillo. Pero la nota absolutamente disonante del postre fue que en un intento de realzar la presentación, armaron un "trillage" sobre el plato con una especie de salsa de chocolate sobre el cual posaron el postre y, continuando lamentablemente con el esfuerzo de decorar lo indecorable, el encargado de la plaza de dulces lo reforzó con unas líneas más de chocolate tibio sobre el "pastel".
Intenté vanamente retirar el chocolate. El queso no se lleva bien con el chocolate, salvo en contadas ocasiones, y menos aún si en el medio nos encontramos con membrillo. La combinación de sabores no fue pensada.
Espero encontrar algo mejor la próxima vez que vaya. Por lo pronto, sé que la fruta del tiempo es una opción disponible. Y ahí, no hay equivocación probable.